
Los primeros pasos a la hora de levantar una empresa son cruciales pues, se toman decisiones que establecen, se inventan conceptos y se tiene que definir una cultura de toda la organización para orientar al personal en una misma senda de éxito y trabajo. Como se hace este proceso con el que seguramente no contabas, es la clave, pues puedes dejar que los empleados y colaboradores impongan los matices de su personalidad, o tomas las riendas de este asunto tú mismo.
Definir una cultura es trabajo de equipo
Lo realmente trascendental en este tema es la energía que quieras transmitir para vender tus productos y servicios. Las personas y la línea de producción es lo que básicamente conecta tus ideas con tus clientes, por lo que este una especie de «espacio« en el que deber «culturizar« para dar poder a todo el emprendimiento.
Para definir una cultura organizacional hay dos vías, que me gusta verlas como un par de ríos que unen su cauce en un determinado punto y en otros no. Ya veremos porque:
Una vía en la que los líderes imponen su cultura
Quien tiene la idea maestra manda. Bajo este precepto se establecen muchos de los proyectos que hoy rondan el mercado. Esta persona (o en plural) que tiene el poder sobre la invención es la que establece esos parámetros culturales que tanto importan, sin embargo, su idea de cultura para una empresa puede ser tan versátil como la combinación de personalidades de las personas que trabajan en el proyecto y eso puede o no ser positivo para el futuro de la organización.
No dejes de consultar las herramientas para potenciar las redes sociales que ya tenemos disponibles
Otra vía en la que la cultura nace naturalmente
Si el encargado de comandar el proyecto se propone la tarea de definir una cultura, las personas que lo conforman lo harán por sí mismas. Sin una motivación clave, los trabajadores, accionistas y finalmente los clientes no sentirán el empoderamiento que emite la marca y, por consiguiente, no hay una cultura fija que establezca un norte para el cual seguir.
Existen casos en las que el compromiso en si sirve de cultura, pero eso no es una energía que está completamente orientada al éxito, sino más bien a la satisfacción personal.
Es por eso que para definir una cultura organizacional, la solución es fusionar estas dos vías, tal como el río que se unió en un determinado punto, para confluir, escuchar, conceptualizar ese camino, motivar, empoderar y tener objetivos comunes e individuales, al mismo tiempo que se decide como es el árbol de jerarquía que debe ser respetado y valorado como una herramienta de crecimiento y orden para el emprendimiento.