
Todo buen actuar tiene su beneficio o valor agregado. La aplicabilidad de comportamientos solidarios y receptivos puede generar un efecto en el receptor. De sentimientos que lo identifiquen con su emisor. El comportamiento amoldado a las necesidades o a la identidad de personas en tu entorno. En lo que respecta a sentimientos, emociones o comportamientos. Esto facilitan la generación de nexos o vínculos de identidad.
De igual manera suele suceder muy a menudo en el ambiente empresarial. Y a su vez, es usado para ganar lealtades que ocasionalmente no son respaldadas o soportadas por mucho tiempo. Basado en investigaciones podemos mencionar que esta no es la vía más idónea para llegar a ser un líder o gerente altamente efectivo. Ya que existen otros valores de mayor relevancia que son considerados por el entorno organizacional. Para considerar a un sujeto como líder efectivo y no es la generosidad una cualidad relevante para ser un gran líder. Si bien te hará ver como un líder de gran calidad humana, no te llevará a la cúspide ideal del liderazgo.
El comportamiento de la persona
El comportamiento organizacional es determinante para incrementar las relaciones en el ambiente laboral. Es a través de este que podemos medir factores que garantizaran o facilitarán un poco más el logro de objetivos empresariales. Por lo tanto, es de considerar y darle el valor que este debe tener en la cotidianidad empresarial. Valiéndose de los medios y métodos necesarios para incrementar día a día esta cualidad empresarial.
El comportamiento bondadoso y generoso en la gestión empresarial no será garantía de que la gestión de un líder sea de grandes resultado. En muchas ocasiones, no es suficiente desvivirse por buscar ser aceptado por tu comportamiento compasivo. Es más importante buscar la excelencia al elevar tus estándares de competitividad. La eficiencia y la excelencia permitirán demostrar cualidades que indudablemente te llevarán camino al liderazgo.
Por lo general y durante mucho tiempo, la generosidad ha sido considerada una virtud en el terreno empresarial. Sin embargo, se ha revelado que esta actitud también puede ser un signo de debilidad y restar cualidades a los jefes potenciales.
La investigación muestra que ser una buena persona contribuye. Sí, a la imagen pública, e influye en el estado de una persona en dos dimensiones fundamentales: el prestigio y el dominio.
«Sin embargo, aunque estos individuos están dispuestos a dar sus recursos al grupo, no son percibidos como líderes. «, aseguran los expertos.
La bondad y la aptitud
El comportamiento recto y correcto, siempre ha sido visto como una cualidad que eleva la imagen de una persona. A su vez, permite llegar a conseguir niveles de responsabilidad de gran importancia dentro de la organización. La generación de confianza a tu alrededor permite sentir buenos índices de aceptación y cierto nivel de poder.
Es importante reconocer las diferencias entre dominio y prestigio. Conceptos que pueden dar una visión de la posición del líder ante su organización. Estos comportamientos pueden llegar a descartar o aclara si realmente se es un líder seguido y apreciado. O por el contrario solo se encuentra en ese sitial gracias al poder ejercido sobre los integrantes de su equipo a través del dominio total de las situaciones.
Al Capone, por ejemplo, caracteriza a un individuo de alto dominio. Mientras que la Madre Teresa de Calcuta representa la imagen de una persona de gran prestigio.
El estudio sostiene que las personas con alto prestigio son percibidas como líderes deseables en un contexto no competitivo. En este último caso, son vistos más bien como sumisos, en comparación con los individuos que se esfuerzan por maximizar sus ganancias personales.
En tiempos de competencia y ascensos, las personas que son menos altruistas son vistas como dominantes y más atractivas para desempeñarse como líderes, aseguran los investigadores.
Admiración incrementa el poder
Lo deseos de crecimiento profesional en la organización, deben estar acompañados por una gestión de buenas acciones. La visión de tu entorno sobre tú y tus acciones jugaran también un rol de gran importancia. Ya que permiten la aceptación por parte de estos y la confianza al momento de que se pueda ocupar un cargo o responsabilidad en proyectos futuros.
En resumen, ser generosos puede aumentar el prestigio, y a su vez el respeto y la admiración de los demás. Sin embargo, ser egoísta o agresivo disminuye el respeto y la admiración de los demás. Pero aumenta la percepción de dominio personal. En ambos casos existen efectos colaterales que pueden hacerte llegar a la meta deseada. Pero poniendo en riesgo algunas de tus acciones ante el grupo.
La consecuencia es que los individuos dominantes son más propensos, según los investigadores, que las personas de prestigio a ser elegidos como representantes de un grupo de empleados. Por lo tanto, ser demasiado amable puede tener consecuencias negativas para la consecución del liderazgo.